Editorial Espasa.
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Atrae su atención ya desde la primera línea al escribir "...un libro me salvó la vida...", una afirmación que los adictos a la lectura ( entre los que me incluyo) hemos pronunciado alguna vez.
Esta hipérbole también sirve para caracterizar de forma breve y eficaz a su protagonista femenina: Aurélie Bredin, quien en cuanto hace su aparición, despierta nuestra simpatía.
Esta parisina regenta un restaurante de los denominados "con encanto": Le temps des Cerises (El tiempo de las cerezas), es una experta repostera, cree ciegamente en el destino; es impulsiva, vital, alegre y, además, en la ciudad del amor sufre desamor.
Barreau subyuga al lector con su prosa sencilla, clara y rápida. Sus descripciones son plásticas y, así, con unas someras pero certeras pinceladas consigue plasmar personajes sólidos y actuales. Asimismo, le ayuda a inferir el desarrollo de la trama con indicios metafóricos, bien conocidos y usados ampliamente; ejemplos de lo mencionados tenemos en el anhelado abrigo rojo, un signo positivo de vitalidad y de amor; la lluvia pertinaz, de su desamor; la librería antigua donde encuentra el libro cual creencia ancestral a través de cuyas normas se logra la felicidad; sin olvidar, el menú de amor de su padre (en el cual merece la pena detenerse) cuya fiabilidad es asegurada. Si funciona, cada uno dirá.
El uso de la primera persona por parte de los protagonistas de la obra confiere credibilidad al argumento y logra la empatía del lector. El elenco de personajes, cuya fórmula ha sido un éxito desde los tiempos de Lope de Vega o Shakespeare y utilizada por el Hollywood system en las películas de aventuras, se compone de una protagonista femenina: Aurélie quien cuenta con el apoyo incondicional de su pragmática amiga, maestra de profesión, Bernardette; y de un protagonista masculino encarnado por André, escritor y editor junto con su alter ego Robert Miller, quien está condicionado por su flemático amigo británico Adam.
Así, con todos estos ingredientes el resultado es una novela cuya lectura es tan amena que al finalizar el libro y cerrar se consigue eso: una sonrisa. (!qué no es poco!)
Mª Cruz Fernández