EL CUENTO DE LA CRIADA, Margaret ATWOOD
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La escritora canadiense Margaret Atwood muestra su vasta erudición antropológica, histórica y literaria en su novela El cuento de la criada (Editoral Salamandra narrativa, 2017, Barcelona, 416 págs. ). Esta incluye referencias bíblicas de Jacob y sus esposas Raquel y Lía junto con sus criadas (Antiguo Testamento, Génesis), Las Bacantes de Eurípides o las ménades griegas en los ritos báquicos ( dios Baco o Dionisio) y los ignotos ritos de Eleusis en la Antigüedad griega; la caída del Imperio Romano y los primeros años oscuros de la Edad Media, también conocidos como The Dark Ages, las primeras comunidades presbiterianas, el Mayflower, las comunidades puritanas norteamericanas del siglo XVII y los juicios de Salem contra las brujas, las comunidades amish, los cuáqueros hasta el totalitarismo de los países del Telón de Acero. De hecho, el título el cuento de... alude a la obra de un excelente escritor medieval inglés, Geoffrey Chaucer, y su obra Los cuentos de Canterbury, un hipertexto que influirá en las obras literarias posteriores. Del mismo modo, el uso de los colores delata su erudición: negro- color de la sabiduría- para los hombres, azul- color de la Virgen María - para las esposas, rojo- color de la sangre, la menstruación, la pasión...- para las criadas.
El argumento es tan perturbador como premonitorio. Sito en Estados Unidos en los años 80 y tras un ataque terrorista islámico, un grupo de tecnócratas, basándose en el puritanismo anglosajón, dirigen una involución hacia la supresión de la libertad de prensa y los derechos de las mujeres.
Así, en la República de Gilead las féminas se clasifican en reproductoras o desterradas a las Colonias de sustancias tóxicas ( productos de la contaminación ambiental) donde la recogida de estos sin protección augura una muerte dolorosa. La falta de procreación se castiga con la ejecución pública. Por lo tanto, tal y como expone la autora en su introducción, sea cual sea la vida de estas está cercenada por los deseos masculinos y la violencia de otras de su mismo género cuyo objetivo es garantizar su propia integridad física: "la mejor defensa es un buen ataque".
Sin embargo, ¿quién pone puertas al pensamiento? Relata en primera persona su vida en un tono intimista con un estilo contundente, una prosa poderosa de oraciones cortas y léxico preciso gracias a los cuales el lector (más si es una lectora) empatiza con la protagonista, siente su angustia, sus esperanzas, su rendición. No obstante, la trama argumental sufre un vuelco al final de la obra donde el narrador es testigo y el relato se encuadra en un descubrimiento arqueológico con afirmaciones erróneas realizadas por reputados eruditos. Este hecho impele al lector a replantearse las actuales interpretaciones arqueológicas plausibles. ( Ejemplo: La Sirenita deWalt Disney, Ariel usa un tenedor como peine).
Es una obra de candente actualidad: terrorismo islámico, contaminación ambiental, toxicidad alimentaria, infertilidad, violencia social... y su ritmo pausado propicia la percepción abrumadora de los pequeños detalles, gestos, palabras e incluso silencios de la protagonista Defred ("Offred" en inglés con doble sentido: propiedad de Fred y "ofrecida" en sacrificio- A.T.) una ironía más y un contrasentido rítmico ya que las frases cortas no aceleran el ritmo (como debieran) sino que lo ralentizan.
Dada estas circunstancias, su obligatoriedad en el sistema educativo estadounidense queda justificada y al igual que el Museo de la Guerra de Ieper ( Bélgica) instan a la humanidad a cambiar su actitud autodestructiva, es decir, el tropezar dos o más veces en la misma piedra depende de ella.
En resumen, una novela magistralmente escrita, magníficamente estructurada con un estilo narrativo soberbio y una trama argumentativa inquietante a la que conviene acercarse con una buena dosis de optimismo y confianza en el prójimo.
Mª Cruz Fernández