LA MUJER ES UNA ISLA , Audur Ava ÓLAFSDÓTTIR
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La novela la mujer es una isla (Alfaguara, 2012) de la escritora islandesa Audur Ava Ólafsdóttir se inicia en un momento crucial de la protagonista, una mujer de 33 años (primer simbolismo del relato): su divorcio y, consecuentemente, la ruptura de su hasta entonces estable forma de vida.
Cual oráculo clásico, una medium predecirá a este Ulises femenino un periplo en el que el número tres (otro simbolismo) tendrá una relevancia capital. Así, esta mente pragmática y políglota recorrerá 300 kilómetros, sufrirá tres accidentes, tres animales morirán por su causa y conocerá a tres hombres antes de encontrar su estabilidad emocional y su lugar en el mundo. En esta travesía cruzará tres puentes, pero la amenaza constante existe en la incesante subida de las aguas que intenta anegar no sólo la tierra por donde transcurre la acción, sino también al personaje principal (sus sueños, anhelos, alegrías, y decisiones)
El argumento se plantea como una estructura circular: el retorno al origen, al pueblo de la infancia.
Como cualquier personaje épico que se aprecie, será acompañada por personajes extravagantes: un niño autista y sordo, dos peluches, un halcón, una ballena, un ganso, un ex-marido, un veterinario...
Toda la obra está llena de simbolismos presentes en el inconsciente humano por los cuentos orales: los 3 cerditos, los 3 deseos del genio de la lámpara, las 3 hadas madrinas, las 3 vueltas para viajar al akelarre (reunión de brujas), las 3 parcas, los 3 mosqueteros, las 3 plumas, los triunviratos, la Sagrada Familia, la Trinidad, las tríadas, el triskel... Estas múltiples y evocadoras reminiscencias salen a la superficie ayudados por una prosa sencilla, un léxico preciso, una estructura gramatical nítida, un estilo directo, el uso de la primera persona, la alternancia de diálogo y narración como en la interacción humana.
Otro símbolo es la música que actúa como una partitura de la vida de esta mujer cuyo nombre no conocemos porque refleja a todas y cada una de las mujeres; porque no es un nombre, sino un ser.
Evidentemente, tenemos una combinación infalible: lectura y música.
Mª Cruz Fernández