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La escritora alemana Katherina Hagena alerta al lector mediante una cita del poeta simbolista francés Paul Valèry sobre su visión particular de la memoria.
Así, en su obra El sabor de las pepitas de manzana (2011, ed. Maeva) desarrolla su trama argumental en Alemania, en una zona rural cuyo árbol emblemático es el manzano y sus variedades de frutos. Todo un símbolo. Más si tenemos en cuenta que se centra en la historia familiar de tres generaciones vistas a través de sus mujeres ,es decir, desde una óptica femenina: abuela Berta, madre Christa , sus hermanas Inga y Harriet e hija Iris; sus vicisitudes, penurias, sacrificios, alegrías y tristezas enfermedades y curaciones, éxodo y huida.
La protagonista Iris, filóloga alemana, quien se denomina rescatadora de libros olvidados, o sea, bibliotecaria, regresará al pueblo de su infancia para heredar la casa familiar.
En la búsqueda de su lugar en el mundo, de su razón vital, le acompañará su amigo de la infancia Max.
Escrito en primera persona, el relato nos acerca a la protagonista. La narración es intimista. Así, leemos su relato percibiéndolo nítidamente como en una voz en "off". Nos atrapa con la sencillez de su prosa y la calidez de sus sentimientos, descritos de forma magistral, al igual que la precisión y la plasticidad de sus situaciones !Si hasta podemos saborear las manzanas dulces y amargas de la familia Deelwater!
Mª Cruz Fernández