lunes, 8 de diciembre de 2014

LA DAMA QUE SE TRANSFORMÓ EN UN ZORRO, David GARNETT

LA DAMA QUE SE TRANSFORMÓ EN UN ZORRO,  David GARNETT


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    El escritor británico David Garnett formó parte del grupo Bloomsbury , al que también perteneció Virginia Woolf, y que supuso una reacción contra las convenciones sociales-artísticas-literarias de la época victoriana (inicio del siglo XX hasta la Segunda Guerra Mundial) del  momento.

     Su obra La dama que se transformó en un zorro (Editorial Periférica, 2014,p.124) ofrece una disertación sobre la fidelidad conyugal más allá de las apariencias, ideas, sociedad e, incluso, natura.

  La deixis espacial y temporal es muy propia de la época y la condición social del autor, ya que universalmente es conocida, como tradición británica, la campiña inglesa y la actividad de la caza del zorro. Así, en Oxfordshire donde el terrateniente Rylands tiene su casa se inicia la narración con los dos protagonista de la misma: Lord Tebrick y su esposa Silvia, joven dulce educada por su tío párroco al estilo de las escuelas para señoritas. Hasta aquí el encuadre es el típico de una novela costumbrista, pero lo realmente interesante de esta novela comienza con la transformación instantánea de la señora Tebrick en zorro y la evolución psicológica de los personajes a medida que se desarrolla la acción. El análisis de la mutabilidad de la vida y de sentimientos como el dolor, la fidelidad, el amor, la lealtad, los celos y la muerte son otros aspectos tratados por Garnett en su obra mediante la técnica del narrador en "off", en tercera persona, que los explica al lector para hacerlos comprensibles.

                        También ayuda a este propósito el uso de un léxico correcto, que ameniza la lectura, con tintes de humor, unas veces y, otras, rayando el género del absurdo. La adjetivación precisa y el empleo concreto de los verbos plasman las reacciones del protagonista masculino de forma tan visual que parece que estuviésemos presentes. Al igual, las descripciones son magistrales (sobre todo las de la pobre señora Tebrick  convertida en raposa), son pragmáticas, rápidas pero eficientes, como pinceladas de un cuadro impresionista.

                      El ritmo de la narración se desarrolla coherente y paulatinamente con saltos en el tiempo para evitar una extensión infructuosa o la dispersión del lector. En las producciones cinematográficas actuales podemos observar la misma técnica.

                    Para finalizar añadiré que las historias de transformaciones han convivido con la Humanidad en cuanto que estos relatos fantásticos apoyaban la realidad circundante, aportaban el contrapunto que evidenciaba aún más la razón y la lógica frente a la imaginación y lo irreal; dos aspectos que se complementan y conforman un todo de la naturaleza humana y su actitud ante la vida.  Así, al final del libro, John Bournside, a modo de epílogo y emulando la tendencia literaria de Esopo, D. Juan Manuel o Samaniego, explica y aclara al lector el quid de esta obra: un punto de vista sumamente atractivo y clarificador.

                                      Mª Cruz Fernández